miércoles, 17 de mayo de 2017

Fábrica de Loza - Asturias

HISTORIA.
Esta fábrica destaca por su larga trayectoria comercial e histórica. Su proyecto empresarial empezó en septiembre de 1901 de la mano de Senén María Ceñal. Este industrial, arropado por un conjunto de comerciantes y banqueros, inició la construcción de una fábrica de vajillas que marcaría la historia del pueblo colindante y, así mismo, de Asturias.
Desde sus inicios se centró su producción en las vajillas de loza (en concreto con loza feldespática) similar, por su composición química y características físicas, a la loza inglesa, su principal referente. Además, se caracterizó por utilizar las técnicas de decoración de cerámica ‘bajo esmalte’, las más avanzadas de cada época. Este tipo de decoración era el único modo de garantizar que los colores permanecieran inalterables al tiempo.
Altibajos empresariales y diversos propietarios marcaron la historia de esta fábrica de vajillas.
En 1920 se produjo la disolución de la sociedad inicial y fue José Fuentes Díaz-Estébanez quien adquirió la fábrica por la cantidad de 1.8 millones de pesetas. Y con él, llegó la época de mayor esplendor hasta el momento. «La factoría ovetense alcanzó la mayoría de edad en 1924, pues en ese año se colocó a la cabeza de la industria cerámica regional con una producción de tres millones de piezas y una plantilla de 200 trabajadores», refleja el autor Manuel Buelga en su libro.
La producción y las ventas aumentaron aún más en la época en que Juan Fuentes Fernández, hijo del anterior propietario, gestionó la fábrica. La modernización del proceso que emprendió tras la Guerra Civil, años donde prácticamente se paró la producción, permitió escribir otra etapa de años dorados. Pero no fue hasta 1952 cuando la fábrica empezó a competir con La Cartuja de Sevilla, la primera fábrica de cerámica artística y de loza creada casi a la vez que la ovetense. Un apunte más que destacado: esta fábrica de vajillas llegó a tener 600 trabajadores en la década de los sesenta.
Con el comienzo del siglo XX y llegada de los productos asiáticos, esta industria sufrió una considerable pérdida de beneficios. Las cifras hablan de un declive en la previsión de ventas de 4,2 millones a 2,4 millones, en el último año.
Después de 106 años de tradición, su último propietario, Álvaro Ruíz de Alda, cerró las puertas de la locería aunque la reconocida marca de vajillas permanecería hasta nuestros días.
De hecho, Ruiz de Alda decidió clausurar su actividad con el fin de trasladar su producción al norte de África, actuación fuertemente censurada por sus trabajadores y gran parte de la sociedad ovetense. Tras un período de rodaje en el que se consiguieron superar, gracias a la presencia en Marruecos de antiguos empleados, deficiencias de fabricación y por tanto de calidad de la loza para igualarla a la que tenía en su fábrica original, y vencidos igualmente los problemas en el apartado de la distribución, las vajillas vuelven a ocupar un lugar destacado en el mercado.
Posteriormente, la Fábrica de Loza fue el primer patrimonio industrial asturiano declarado Bien de Interés Cultural. El Principado, que inició este expediente por iniciativa del Pleno del Ayuntamiento de Oviedo, destaca el valor de la factoría para documentar «la tradición científico-técnica y de las artes industriales asturianas, que se remonta al siglo XVIII».
Al igual que la mayoría de abandonos, esta fábrica ha sido víctima del paso del tiempo y por el clima de la zona. Igualmente, en 2011 los periódicos locales destacaban como múltiples furgonetas accedían en el interior de la fábrica a plena luz del día para sustraer maquinaria, cobre o restos de vajillas.
Posteriormente en 2014, un gran incendio arrasaba uno de los edificios administrativos de este complejo industrial.
La época donde predominaba el brillo del azul cobalto han desaparecido. En los últimos años las vajillas decoradas han desaparecido, desgraciadamente. A pesar de todo lo sustraído, Loza sigue siendo imponente. En sus instalaciones aun descansan centenares de vajillas, piezas decorativas y azulejos. A lo largo de sus entrañas, esta fábrica ofrece rincones repletos de juegos de café, té y chocolate, todos sin pintar ni barnizar. Los talleres albergan varios hornos antiguos y, sus almacenes, miles de moldes apilados en columnas, etc.
A día de hoy, dicha fábrica aun posee una belleza irresistible difícil de superar.

(Decadencia urbana)

Estación de - Horna Villarcayo

Siguiendo el kilometraje original (que empieza en Calatayud), la estación de Villarcayo era la última del SM con instalaciones importantes.
De haberse continuado la línea hasta Santander, Villarcayo hubiera sido una estación pie de rampa, por lo que contaba con una reserva a la que se accedía mediante un puente giratorio de 25 metros que aún se conserva y que tenía capacidad para 5 locomotoras.
Además, existían dormitorios para maquinistas, oficinas, almacenes…
El proyecto original pretendía establecer en esta estación los talleres generales de la línea, pero finalmente se instalaron en Soria, quedando en Villarcayo un pequeño taller para la reparación diaria del material, mantenimiento y pintado de coches y vagones.
Pero lo que más llama la atención es esta locomotora Mikado de RENFE que llegó aquí en 1991 y que aún estando oxidada y llena de pintadas de los “artistas” su aspecto resulta todavía imponente.

Estación de Gandía

El tren partía del puerto por las mismas vías del ferrocarril Grau-Gandía-Valencia y se dirigía hacia la ciudad ducal por el camino de la Vía.
A su llegada a Gandía entraba por las calles Benissuai y Xeresa y entraba en la antigua estación por los terrenos de la actual estación Gandía-Valencia, enfrente de la que se encontraba la estación de de la línea Carcagente-Denia, conocida como estación del Norte, de la que sólo queda el puente sobre el Serpis y el carril bici a Oliva.
Entre Gandía y el Grau se encontraban la mayoria de los servicios de la compañía: cocheras, talleres, almacenes, oficinas, taquilla, salas de espera, básculas, gruas, dispositivos y carboneras. En 1902 se trasladaron parte de estos servicios al puerto y allí permanecieron hasta que en los años 80 fueron demolidos para construir el parque y algunos edificios.
En la actualidad se conservan en muy buen estado los depósitos reconvertidos en biblioteca infantil, junto a la calle Magistrat Català.
El tren seguía por la calle Ferrocarril de Alcoi y, desde 1962, tenía una parada en el cruce con el Paseo de las Germanías.
A continuación el tren seguía por la calle Rafelcofer del Raval y pasaba por la derecha del actual instituto María Enriquez, cruzando el río Serpis por un puente de hierro que todavía se conserva convertido en peatonal.

(A un tir de pedra)

Estación de Gaianes - Alicante

Después de atravesar un puente de hierro, ya desaparecido, el tren llegaba en cinco minutos a Gayanes, un apeadero construido después que el resto. Hoy en día, en su lugar hay un parque infantil y el recuerdo en forma de nombre de calle: Avenida de la Estación
El edificio, de planta cuadrangular y tejado a dos aguas era muy sencillo y distinto del resto de la línea. Sólo disponía de taquilla y sala de espera.

(A un tir de pedra)


Minas de plomo - Bellmunt del Priorato

Situada a menos de medio kilómetro del pueblo de Bellmunt la "mina Eugenia" era el cuartel general de 'Minas del Priorato S A.', tenían fundición, talleres, carpintería, laboratorios y viviendas para los cargos directivos.
Se estima que esta mina se explotaba desde el neolítico, 3000 años AC Los romanos fueron los primeros que empezaron a explotarla mediante el sistema de galerías subterráneas. El actual complejo minero-metalúrgico fue construido entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX y hasta el año 1972 se extraía el mineral llamado galena del que luego se producía plomo y se exportaba en lingotes.
La mina se explotaba mediante galerías unidas por pozos verticales, cuenta con 20 plantas subterráneas que superan los 600 metros de profundidad.
Dominando todo el conjunto se levanta "La Casa de las Minas", enorme edificio de estilo modernista edificado en 1905.
Actualmente funciona el Museo de las Minas de Bellmunt del Priorato y se visita la galería más antigua que esta a 35 metros de profundidad.

(Pueblos fantasmas de Cataluña)

Garranzo - La Rioja

Con bastante dificultad, y después de haber tenido que atravesar montones de grava y tierra, llegamos a Garranzo. Casualmente ese día estaban haciendo obras y mejoras en el camino de tierra que llega hasta esta aldea deshabitada del municipio de Enciso.
Garranzo se quedó completamente despoblado en el año 1975 del siglo pasado.
Todas las casas estaban en muy mal estado, las malas hierbas y los matorrales estaba por doquier. Tuve gran dificultad para recorrerlas.
De seguir así, en poco tiempo algunas de esas casas quedarán completamente cubiertas por la maleza.
La vacía espadaña de la iglesia parroquial de San Pedro sobresalía entre ellas.
Además de la ganadería, sus habitantes también vivían de la agricultura.
Toda la comarca de Enciso perteneció a los duques de Medinaceli
Gracias a su importante industria textil, hubo un tiempo en el que en toda la comarca se vivió muy bien. Debido a la gran abundancia de ovejas que allí tenían, y para aprovechar su lana, decidieron comenzar a tejerla. Así es como en Enciso aparecieron los primeros telares. 
Todavía hoy en día se conservan algunas de los telares, pero tan sólo una de sus fábricas Hilados y Tejidos Marín continua con la tradición de producir las famosas mantas de pastor.
Garranzo es el pueblo más alto de toda la comarca de Enciso, se encuentra a 1035 metros de altura.

(La Rioja de la A a la Z)


Fortines del Parque del Oeste - Madrid

En el Parque del Oeste ubicado en la Avenida de Séneca hay tres fortines que datan de la Guerra Civil Española, estos fortines pertenecieron en esa época al bando nacional.
Fueron construidos en un hormigón bastante fuerte y tienen una particular forma de torre.
Durante la Guerra Civil el Parque del Oeste fue uno de los escenarios donde se dieron fuertes combates entre los republicanos y los nacionales.
Los combates que se llevaron a cabo en la ciudad universitaria se extendieron, así que los nacionales tuvieron que hacer el levantamiento de más de 15 fortines que están ubicados a lo largo del parque con lo que podían unir las posiciones entre el hospital clínico y el rio manzanares.
Hoy en día de los más de 15 fortines que fueron construidos entonces, solo quedan en pie tres, los cuales se encuentran tapiados, así que no se puede ingresar al interior de estos.
En la década de los 80 estos fortines que forman parte de los Restos de la Guerra Civil en Madrid, eran un lugar de concentración bastante común entre las personas que consumían drogas, es por eso que el Ayuntamiento decidió cerrarlos.
Estos fortines del parque del oeste tenían su dirección hacia el barrio de Arguelles y la cárcel modelo que hoy en día es el cuartel general del Ejercito del aire, y que en esa época eran lugares en los cuales los enemigos tenían la primera línea decombate, incluso hoy en día en uno de esos lugares puede verse una inscripción que dice “Batallón de Zapadores número 7”.

(Amigos de Madrid)