jueves, 9 de febrero de 2017

Berlangas de Roa - Burgos

Situada a tan solo 4 kilómetros de Roa de Duero, este apartadero no estaba previsto en el origen de la línea.
Sólo cuenta con una vía que sale de la general y termina en una topera y aunque existe un hueco entre el edificio de viajeros y el andén, la proyectada vía de sobrepaso jamás llegó a instalarse.
Se construyó en 1963 y el edificio de viajeros no se parece en nada al resto de estaciones de la Valladolid – Ariza, asemejándose más a un chalet de veraneo (que es su situación actual) que a las sobrias construcciones de piedra habituales. 

(Esperando al tren)

Estación de Berlanga de Duero - Soria

De nuevo nos encontramos con un edificio a más de 2 kilómetros del pueblo que le da nombre, aunque se fueron construyendo casas una vez instalada la línea.
Berlanga de Duero estaba considerada como de tercera categoría y además de los edificios habituales (viajeros, almacén y retretes) tenía una dependencia perteneciente al personal de tracción y un depósito del que sólo queda la base.
Afortunadamente se tapió el acceso del edificio de viajeros, por lo que el estado de conservación es bastante aceptable.
Los servicios están algo peor, aunque sorprendentemente conservan algunos elementos.
Podemos encontrar en la estación una de las señales de limitación de velocidad de las que hablábamos en la parte dedicada a la historia. En este caso, la velocidad máxima permitida era de 50 Km/h hasta el kilómetro 71.
Teniendo en cuenta que estamos en el kilómetro 172, solamente hay que hacer el cálculo.
A escasos metros del edificio principal encontramos otro de los 5 puentes sobre el río Duero, de viga Pratt y similares características al de Vadocondes

(Esperando al tren)

Aranda - Montecillo

Aunque esta estación no está en la Valladolid – Ariza, hago una pequeña referencia a ella por dos razones:
La primera es que estaba comunicada con Chelva, enlazando así la línea con la Madrid – Burgos..
Curiosamente el semáforo estaba encendido, aún a pesar de que hace 15 años que no pasan trenes.
En Aranda nunca faltaron los despistados que confundían ambas estaciones, circunstancia muy aprovechada por los taxistas.
Por otro lado, los autobuses de línea solían dejar a los viajeros en el paso a nivel que hay entre las dos estaciones, por lo que, cargados con todos sus enseres, debían llegar a una o a otra caminando entre las vías.
Y la segunda es que da la sensación de que correrá la misma suerte que la vecina. Está descuidada, en el rato que permanecí allí no pasó ni un solo tren ni apareció una sola persona, el edificio de los servicios ya está tapiado…
Los síntomas de decadencia son cada vez más evidentes, y aún a pesar de la majestuosidad que todavía presenta, mucho me temo (ojalá me equivoque) que en unos años tendrá su propia entrada en este blog. 

(Esperando al tren)