domingo, 11 de diciembre de 2016

Jánovas - Huesca

Si nadie lo remedia, la construcción del embalse de Jánovas convertirá este pueblo en una añeja imagen de postal, una especie de souvenir del pasado anegado por las aguas de una controvertida obra que amenaza también a otros pueblos de la zona, como Lavelilla y Lacort. Atrás quedará la cariñosa descripción de su conjunto de edificios como "una estampa de nacimiento", recogida en un antiguo libro que retrataba con eficaz simpleza este pueblo ribereño del Ara, incrustado bajo varios montes cubiertos de arbolado.
Durante el siglo XV el pueblo ya había alcanzado cierta entidad y contaba con 13 "fuegos" y en el siglo XIX tenía 247 habitantes, dedicados en su mayoría a la ganadería y al cultivo de cereales, aunque su economía también estuvo unida a la conducción de los troncos de madera, que se realizaba por los ríos Ara y Cinca hasta llegar al puerto de Tortosa arrastrados por el Ebro. Todavía a comienzos del siglo XX se mantenía esta actividad, pero en los años treinta el anuncio de construcción de la presa condenó a la población a un futuro incierto y en los sesenta se produjo su abandono definitivo por la vía de la expropiación forzosa. Todavía en los años 90 resistían los dos últimos vecinos, un matrimonio que tuvo que irse después de ver como caían dinamitados algunos edificios a su alrededor.

Al otro lado del cauce
Hoy Jánovas ha quedado aislado por el río, que parece unido inseparablemente a su destino, y para acceder al pueblo hay que cruzar a pie las heladas aguas, transitables únicamente durante el estiaje. Nada más cruzar el cauce se llega a su núcleo principal, que se repartía entre cinco calles y una plaza, apenas reconocibles entre los montones de escombros.
Entre las construcciones se pueden ver algunos buenos ejemplos de casas del Sobrarbe, coronadas por robustas chimeneas y en lo alto del pueblo se encuentra la iglesia de San Miguel, una sencilla construcción de piedra con una maciza torre cuadrada, que descansa sobre un arco y, cuyo interior se ha utilizado eventualmente como cuadra. Junto a la iglesia se conserva un crucero y el cementerio, con restos de cruces y lápidas.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

Pardos - Zaragoza

Hay algo de espectacular en el emplazamiento de Pardos, pueblo encaramado en la sierra del mismo nombre y protegido en la hondonada que forman dos cerros, por los que en época de lluvias transcurre un torrente que va dejando huellas de una abundante vegetación a su paso. Tras el recorrido de las tierras bajas y las laderas, en las que se mantienen zonas de cultivo y abundan las parideras, corrales de piedra destinados a guardar las ovejas, la subida hasta Pardos provoca una mezcla de sorpresa y desazón a la vista de este caserío, todavía bien conservado.
Antes de llegar, las dimensiones del cementerio ya anticipan al viajero su encuentro con un pueblo que tuvo cierta importancia en el pasado, llegando a contar con ayuntamiento, cárcel, escuela, tienda de comestibles, así como una iglesia parroquial consagrada a Nuestra Señora de la Asunción y dos ermitas, Santa Catalina y San Antonio Abad, de las que se conservan las ruinas. Una treintena de casas daban cobijo a otras tantas familias, dedicadas a la agricultura y al cuidado de rebaños de ovejas y cabras, que aprovechaban los pastos del término, en el que también hubo minas de plata y canteras de yeso.

Ayuntamiento y escuela
Una amplia era precede la entrada al pueblo, que discurre a lo largo de una prolongada calle central, bordeada por edificios de buen porte, en ocasiones con balconadas de madera. Los muros de adobe rojizo de las casas alternan con los interiores pintados de añil y entre las construcciones se identifican los restos de las escuelas, con sus pizarras incrustadas en la pared, o el edificio de la casa consistorial, que ocupa una esquina de lo que debió ser la plaza mayor. Continuando por la calle se alcanza una fuente de varios caños, de la que aun mana el agua timidamente, a los pies de una enorme roca. Cerca se alza la iglesia, bien conservada por fuera pero con el interior destrozado y, a partir de esta plazuela, una breve calle y una hilera de casas suben hacia el monte.
A lo largo del pueblo, sobre la espesa vegetación que ha ido invadiendo patios, corrales y callejones, asoman higueras y almendros y el silencio sólo se ve alterado por el zumbido monocorde de los avisperos. 

(Pilar Alonso y Alberto Gil, 

Quintana de la Peña - León

Los últimos tramos de la pista de tierra y guijarros que conduce a Quintana de la Peña, sombreados por robles de buen porte, permiten disfrutar de una idílica estampa del pueblo, que asoma a lo lejos entre la vegetación, a media ladera del monte Peñacorada. Antes de salvar el último repecho hasta el caserío, a la izquierda, se puede ver el pequeño cementerio protegido por las zarzas en el que se mantienen en pie las dos o tres cruces de los últimos lugareños enterrados en este pueblo.
Durante el siglo XIX Quintana de la Peña llegó a contar con setenta vecinos y una escuela a la que asistían una veintena de niños, que llenarían el lugar con su griterío. Sacando buen provecho de la calidad de las tierras y los pastos del entorno, la población vivía de la ganadería, de los cultivos de legumbres y grano y de varios telares donde se producían lienzos caseros que eran vendidos en las ferias de la zona.
El aislamiento del caserío, que nunca llegó a contar con carretera, produjo su paulatino abandono y en 1981 se fue el último vecino, pasando a ser ocupada esporádicamente por una asociación de carácter asistencial.

Agua de alberca
Al llegar a la entrada del pueblo una insólita pintada "¡Cuidado, Airtel informa!" pone su contrapunto irónico al silencio, que se extiende como una tela invisible sobre los caserones, alineados a lo largo de la calle principal. Al comienzo de ésta, se alzan los restos de la iglesia parroquial, dedicada a Santa Eugenia, de la que únicamente se conservan las paredes y la espadaña, desnuda de campanas. Unos esbeltos chopos montan guardia junto al templo y, a medida que el viajero sube por la calle, otros árboles -entre ellos un hermoso nogal- asoman entre las paredes hundidas.
Casas con galerías de madera en torno a un patio, fachadas adornadas con ventanas de ladrillo, grandes corrales y edificios al borde del derrumbamiento se suceden en esta calle, coronada por albercas donde se recoge un agua que llegó a ser famosa en la región por su calidad.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

Estación de Cascante - Navarra

Esta estación se ubica junto a la Vía Verde del Tarazonica y está en desuso desde 1972, cuando se cerró al tráfico la línea ferroviaria entre Tudela y Tarazona, conocida popularmente como Tarazónica. La estación tiene una superficie construida de 518 metros cuadrados y consta del edificio que utilizaban los viajeros en planta baja, además de dos viviendas. Además, cuenta con una parcela de 1.783 metros cuadrados.  

(Diario de Navarra)

Estación de Cámaras Altas - Córdoba

Estación de Cámaras Altas es una estación ferroviaria situada en el municipio español de Belmez en la provincia de Córdoba. La estación se encuentra a 7 kilómetros en línea recta de la localidad de Belmez.
Situación ferroviaria
La estación se encuentra en el punto kilométrico 16,775 de la línea férrea de vía estrecha Peñarroya a Puertollano, entre las estaciones de Belmez-Ermita y de Peñas Blancas. El tramo está desmantelado desde el cierre de la línea el 1 de agosto de 1970.
Historia
La estación fue abierta al tráfico el 5 de agosto de 1906 con la puesta en marcha del tramo Peñarroya-Pueblonuevo a Pozoblanco de la línea que pretendía unir Fuente del Arco con Puertollano.
Las obras y la explotación inicial de la concesión corrieron a cargo de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya. En el año 1924 pasó a ser explotada por la Compañía de los Ferrocarriles de Peñarroya y Puertollano. Sólo 32 años más tarde pasó a formar parte del Estado, a través de EFE. Esto hizo que en 1956 se incorporaran a la línea automotores, con motor diésel que sustituyeron al vapor. La estación era diariamente atravesada por trenes de Correos y Mercancías.
El 1 de agosto de 1970 la línea se clausuró al no ser rentable para el Estado.
Actualidad
En la actualidad la estación está en ruinas. Existen diversas propuestas para que la línea se acondicione y se pueda convertir en una vía verde donde realizar diversas rutas a pie y en bicicleta.
(Wikipedia)