jueves, 27 de octubre de 2016

Arco - Cáceres

La villa de Arco, conocida popularmente como El Arquillo, es un antiguo asentamiento unido a una de las fortalezas que se construyeron durante la Edad Media en esta región que tuvo una fuerte presencia árabe. De hecho, se sabe que el sistema defensivo de la zona incluía el cercano castillo de Portezuelo y el de Alconétar, hoy sepultado bajo las aguas del embalse de Alcántara.
Por su proximidad al Tajo y su situación a más de 800 metros de altura, Arco estaba considerado como uno de los principales alcores (collados) extremeños y una excelente atalaya sobre las calzadas que atravesaban la región. El paso de distintas culturas ha dejado el rescoldo de viejas leyendas y no es de extrañar que existan varias referencias a tesoros escondidos en su entorno.
A comienzos del siglo XIX, Arco contaba con más de doscientos habitantes, repartidos en cuarenta viviendas presididas por la iglesia de la Asunción, que entonces ya estaba en ruinas, realizándose los oficios religiosos en la sala de una casa. El pueblo carecía de escuela y de ayuntamiento, pero contaba con una cárcel improvisada en la vivienda del alguacil, donde había cadenas para los reos de cierta consideración. Éstos no debían abundar, porque la vida de los vecinos transcurría plácidamente dedicada a las tareas agrícolas, incluyendo el cultivo de cítricos y la elaboración de vino para consumo propio. Un horno de pan y una pequeña fábrica de tejas y ladrillos constituían la industria local.

Bandoleros

A mediados del mismo siglo, la calma del pueblo se vio alterada por la presencia de numerosos bandoleros en la zona y sus habitantes fueron empujados a buscar protección en Cañaveral, entonces en pleno auge.
Algunos descendientes de aquellos vecinos mantienen viva la ilusión de recuperar el viejo caserío de Arco y de hecho ya han acometido la rehabilitación de la iglesia y aún siguen celebrando su romería a mediados de septiembre, alrededor de un viejísimo álamo que se alza en una de las encrucijadas del pueblo.


(Pilar Alonso y Alberto Gil)

Aldehuela de Grio – Zaragoza

También llamado Aldehuela de Santa Cruz, por ser pedanía de Santa Cruz de Grio, se encuentra en la provincia de Zaragoza.
Este bello despoblado se divide en el Barrio Alto y el Barrio Bajo y la calidad de las construcciones en cada uno de los barrios es lo que aporta un contraste mágico a este pueblo de tonos anaranjados. Situado a 78 kilómetros de Zaragoza, este pueblo gozó de vida hasta los años 60-70 donde el éxodo rural, la mala comunicación y la escasez de agua hicieron que muchas familias se vieran obligadas a trasladarse a pueblos mas cercanos como Santa Cruz de Grio.
La disposición del pueblo es escalonada y en una ladera que parece resguardar del frío y del famoso cierzo aragonés. En la parte baja del pueblo encontramos la fuente con forma de capilla y en la parte alta encontramos la Iglesia de San Bartolomé, realizada durante los siglos XIII y XIV de la que aun se conserva el retablo aunque los demás bienes fueran trasladados a la parroquia de Santa Cruz de Grio.
Algunos vecinos siguen acudiendo al pueblo para llevar a cabo quehaceres agrícolas o como lugar de retiro veraniego.

(Pueblos del olvido)