jueves, 20 de octubre de 2016

Cortijos Nuevos - Jaén

Desde hace muchos años, Manuel es el único habitante de Cortijos Nuevos, aldea asentada cerca del cauce del Guadalimar y a poca distancia de la carretera N-322 que une Bailen con Albacete. La mayor parte de sus convecinos se marcharon con las grandes oleadas de emigración repartiéndose por destinos tan dispares como Francia, Barcelona, Alicante,... o en el mejor de los casos se quedaron a vivir en Puente de Génave, donde podían disponer de una casa con luz y agua corriente, lujos de los que carecía Cortijos Nuevos, que se abastecía con agua de lluvia almacenada en un aljibe.
La cercanía del río y la tradición agrícola de la zona habían permitido que la aldea viviera tiempos mejores y tuviera hasta un centenar de habitantes, dedicados al cultivo de olivos y cereales. Incluso en épocas no muy lejanas se construyó una escuela después de que los niños asistieran al aula improvisada en una casa particular. El edificio escolar, que incluye la vivienda del maestro, se alza junto a una capilla y es la única construcción reciente en medio de un caserío que conserva en buen estado su arquitectura tradicional. El núcleo urbano carece de calles propiamente dichas y está integrado por manzanas desiguales que agrupan diversas viviendas, creando un bonito juego de muros y tejados a distintas alturas. La mayor parte de las construciones contaban con zonas destinadas a usos muy diferentes: la vivienda, el patio, los establos y los graneros. Éstos últimos podían llegar a tener dos plantas, comunicadas entre sí por una escalera exterior. La solidez de los muros, hechos con piedra de mampostería, ha preservado en parte los edificios, que a veces siguen siendo utilizados por sus dueños como almacenes y entre los que destaca un caserón de gran tamaño, que estuvo habitado por el vecino más rico del pueblo, arruinado, según cuentan, por su carácter mujeriego.

Tráfico lejano
En el recorrido de la cortijada, los hornos abandonados y las aventadoras cubiertas de herrumbre, que asoman bajo los tejadillos de los corrales, evocan otros instantes en la vida de esta aldea. Unos instantes cuyos últimos rescoldos son los ladridos de los perros y la presencia del solitario y locuaz Manuel, amigo de charlar con el visitante -e incluso de ofrecerle vino y fruta- y capaz de reconocer que ha pasado miedo alguna noche, cuando la oscuridad cae sobre las casas. Mientras, a lo lejos se observa el incesante tráfico de la carretera nacional, como una ironía del progreso.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

Albalate de Tajuña

Albalate de Tajuña es un despoblado en el término municipal de Luzaga, en la provincia de Guadalajara (España). Se situaba a medio camino entre Luzaga y Cortes de Tajuña. Se trataba de una pequeña aldea de unas pocas casas de la que tan solo se mantiene en pie parte de la atalaya, la ermita dedicada a San Roque y el molino.

(Wikipedia)