domingo, 9 de octubre de 2016

Agramón - Pueblo ferroviario

Los andenes del apeadero de Agramon hace años que ven pasar los trenes de largo y su reloj parado muestra a las claras el declive de una estación que antaño era lugar de parada de numerosos trenes en el trayecto entre Murcia y Albacete.
Sólo el edificio principal, al que acude diariamente un guardagujas, mantiene su aspecto cuidado y un toque de coquetería gracias a su fachada blanca y granate y a la  proximidad de varias palmeras. Alrededor, las agujereadas cubiertas de los almacenes conviven con antiguos depósitos de agua, con singulares construcciones de madera realizadas a base de traviesas y con numerosas viviendas de una sola planta que estuvieron habitadas hasta hace pocas décadas.

Viviendas obreras
Antaño, la población de este núcleo ferroviario alcanzó las cuarenta familias, que vivían repartidas entre las labores del campo y las de la vía. El declive de ambas condujo inevitablemente a la emigración y muchos vecinos acabaron trabajando en Palma de Mallorca en un sector mucho más lucrativo, el turismo. Hoy apenas dos familias mantienen su presencia en el poblado, compuesto por varias naves que tienen el estilo inconfundible de las viviendas obreras de comienzos de siglo, con las puertas y ventanas, ribeteadas con ladrillos. La vegetación llega hasta el mismo borde de las puertas, protegidas en algún caso por grandes hojas de madera. En las estancias, pintadas de azul y cubiertas por tejados que se conservan en buen estado, se adivinan zonas de estar alrededor de la chimenea, dormitorios y patios transformados en escombreras.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)


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